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El coro ferrolano Toxos e Froles, protagonista de esta historia, junto a Sofia Casanova en 1919

Ferrol. Dos hombres, uno catalán y otro de inequívoco apellido inglés, llegan a la ciudad trayendo un extraño artefacto. Vienen por una cita de trabajo y, aunque ellos no lo saben, lo que están a punto de hacer va a ocupar un espacio modesto pero lucido en las volanderas páginas de la historia.

Estamos a punto de despedir la primavera de 1922. Los viajeros pertenecen a una compañía con sede en la calle Balmes 54 de Barcelona: hoy la denominaríamos empresa disruptiva, de esas que portan consigo los vientos de la innovación… Sin embargo, no se puede decir que los clientes con los que se van a encontrar galopen a lomos de los aires de vanguardia… Se trata de un coro que quiere reivindicar nuestras raíces, rescatar nuestro patrimonio tradicional. Su nombre es Toxos e Froles.

A lo largo de dos días la agrupación interpretará en su sede lo mejor de su repertorio mientras los señores foráneos accionan el aparato. El proceso es complejo. La voces deben entrar por una especie de embudo para que, tras pasar por un tubo, una púa impresione las ondas sonoras sobre un soporte redondo de cera caliente. Con las vibraciones la aguja deja un surco en espiral consumando así el motivo de aquella visita… Se está obrando el milagro de la música grabada.

Cuentan la crónicas que en aquellas dos sesiones se registraron 20 temas que después fueron plasmados en 10 discos de pizarra, a razón de uno por cara. Cada pieza tenía su propio número de identidad.

La obra que les reservará un billete en el tranvía de la posteridad se corresponde con el 264561. A diferencia de los otros 19 temas (que eran cantos populares) en este se escuchan las cuatro primeras estrofas de un poema compuesto hacía 36 años: Os Pinos, de Eduardo Pondal, entonado conforme a la melodía de Pascual Veiga… En definitiva: es el himno de Galicia, ese que se estrenó en La Habana en 1909. Y esta fue la primera vez que se grabó completo. Los 32 versos. De «Que din os rumorosos» a «Nazón de Breogán».

Una pequeña porción de historia, como decíamos. Dos minutos y 54 segundos de arqueología musical. Fósil con forma de círculo de 25,4 centímetros y agujero en el centro que para escuchar correctamente hay que reproducir a 78 revoluciones por minuto. Ni más. Ni menos.

Pero… ¿y el tema del reverso? ¿qué pasa con la canción número 264562?

En otras palabras, ¿qué esconde la cara B del disco del himno gallego?

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El himno gallego. Abajo a la izquierda se puede leer su número de matriz: 264561.

Dos trayectorias que convergen el 10 de junio de 1922.

Vamos con la primera.

1907. La renombrada orquesta ferrolana de pulso y púa Airiños da Miña Terra se marcha de gira por Cataluña gracias a las gestiones de su presidente, el ingeniero y arquitecto naval Andres Avelino Comerma y Batalla. El grupo decide viajar acompañado de otra formación, en cierto modo improvisada, que está integrada por 19 coristas, dos parejas de baile, un tamborilero y un gaiteiro, todos ellos vestidos con trajes típicos. El gaiteiro, un operario del taller de forjas del Arsenal, se llama Manuel Lorenzo Barja. Al igual que en aquella película tan enrevesada, Inception (Origen), la sombra de una idea se instala en su cabeza.

1915. 29 de mayo. La idea ha germinado, crecido y echado tojos y flores. Es la fecha del estreno. Quince hombres, todos trabajadores del Arsenal, se suben al escenario del Teatro Jofre. Uno es Manuel Lorenzo, su alma mater y director. Atrás han quedado largas horas de ensayos y un reglamento de 44 artículos refrendado el 30 de enero por el gobierno provincial. El debut es un éxito y no tardan en ser llamados para animar cientos de eventos y causas sociales.

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Manuel Lorenzo Barja con traje típico y gaita

Apenas un mes y medio después, el 8 de agosto, Toxos e Froles interpreta por primera vez el himno de Pondal y Veiga en un concierto benéfico en A Coruña. Su afección a los símbolos de la patria se afianza aún más el 28 de mayo de 1917 cuando, coincidiendo con su segundo aniversario, el coro blande la bandera de Galicia y nunca más le dejará de acompañar. La enseña fue entregada por el poeta y clérigo ourensano Antonio Rey Soto, sujeto de trayectoria interesante que además de oficiar en A Estrada la boda de Castelao con Virxinia Pereira cofundó la productora viguesa Celta Film, pionera en nuestra industria del cine.

El 6 de diciembre de 1920 se oficializa la incorporación de voces femeninas al grupo. Exactamente once meses después, el 6 de noviembre de 1921, el entonces ferrolano El Correo Gallego vaticina que «pronto se dedicará una casa de discos de fonógrafo a impresionar los cantos del coro, para lo cual se han hecho las oportunas gestiones».

Efectivamente. Se ve que esas gestiones fueron fructíferas porque en las postrimerías de la primavera siguiente llegan a la ciudad dos trabajadores de la Compañía del Gramófono, S.A.E..

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El inventor del gramófono Emile Berliner posando orgulloso con sus creaciones

Segunda trayectoria.

Bajo la dirección de la gala Pathé Fréres, en 1903 se instala en Barcelona una sucursal de la Compagnie Française du Gramophone con la intención de producir discos para los mercados español y latinoamericano. Aquella era a su vez una filial de una empresa británica, Gramophone & Typewriter Ltd., que era a su vez una rama de lo que en tiempos se había llamado Berliner Gramophone Company, fundada por el mismísimo inventor del gramófono, un alemán nacionalizado estadounidense de nombre Emile Berliner

Toda esta intrincada red de interrelaciones y dependencias se enmaraña aún mucho más entremezclándose por ende un logotipo ubicuo: un cruce de bull terrier y fox terrier llamado Nipper escuchando un gramófono de cuerda. La célebre imagen parte de una pintura del inglés Francis Barraud, cuyos derechos para América fueron adquiridos por el propio Berliner a finales de 1899 cuando, con motivo de un viaje a Londres, se quedó prendado de la obra al verla colgada en una pared de las oficinas de la rama británica de la compañía, que fue la primera que se interesó por ella. El óleo le gustó tanto que contactó con su autor y se aseguró poder emplearlo en la difusión comercial de su marca, cosa que hizo ya desde el catálogo de diciembre de ese año… Eso sí, usando la creación convenientemente adaptada… no en vano, la original contenía, en lugar de un gramófono, un fonógrafo ideado por su inventor archirrival: Thomas Alva Edison.

El uso del diseño se acentuó exponencialmente a raíz de la fusión de la genuina Berliner Gramophone Company con la Consolidated Talking Machine Company, del fabricante de gramófonos Eldridge R. Johnson, dando lugar el 3 de octubre de 1901 a la empresa Victor Talking Machine Company. La nueva entidad (de cuya primera palabra surgen los términos victrola y vitrola) emprendió una agresiva campaña publicitaria estampando la canina creación en todos sus artículos e invitando a los lectores de las revistas a «buscar el perro» («look for the dog»). Tal fue el éxito de la iniciativa que en 1902 sus ventas se dispararon hasta 1.696.000 discos. Entretanto, la empresa inglesa y sus ramificaciones seguían utilizando un ángel como logo y no fue hasta 1910 que cambiaron su anagrama por el terrier mestizo.

Pero la popularidad de la obra de Barraud no se ciñó solo al lienzo sino que el título de la obra, His Master Voice, también fue objeto de una promoción masiva. En adelante lo leeremos como una indeleble etiqueta que se propaga en todas partes, tanto bajo su denominación inglesa original como en variantes del estilo de La Voice de son Maitre, La Voz de su Amo o, sencillamente, HMV, tal y como se le conoce por ejemplo a la que es hoy cadena de tiendas de música más grande del Reino Unido por encima de Virgin Megastore y Music Zone (triste consuelo en los tiempos de Spotify). Por cierto, el dueño del can se llamaba Mark y era el hermano muerto del autor del retrato… es decir, que lo que estaba oyendo el gracioso Nipper a través del aparato en el momento de pintarse el cuadro era la voz de su difunto amo como venida de ultratumba… Un poco macabro, ¿no?

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Francis Barraud sentado delante de su icónica pintura

Como explicamos, no será hasta 1910 que la sucursal barcelonesa de Gramophone adopte el logo del perro, además de la leyenda La Voz de su Amo, sustituyendo su antiguo emblema en forma de ángel que, curiosamente, sería resucitado cuatro décadas después por la todepoderosa EMI para emplearlo en su división de música clásica.

El 11 de diciembre de 1915 la empresa de la calle Balmes se emancipa de su casa matriz y castellaniza su nombre pasándose a llamar Compañía del Gramófono, S.A.E. (Sociedad Anónima Española). Es bajo esta denominación que el director artístico Concordio Gelabert y el ingeniero Mr. A. Kelson se apean en Ferrol el sábado 10 de junio de 1922 para grabar lo mejor de Toxos e Froles.

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Ejemplar de El Correo Gallego del 13 de junio de 1922 refiriendo la llegada de Gelabert y Kelson

Los dos trabajadores de Compañía del Gramófono serán calurosamente recibidos por el único representante de la empresa en la ciudad, Saturnino Montalbo, que regentaba un establecimiento en la calle Real número 117 que debía de ser algo digno de ver: suya era igualmente la exclusividad de la casa Kodak y lo mismo vendía raquetas de tenis, pesas y poleas que sillas de lujo de niño y «armas de salón de tiro al blanco»… Aprende, Amazon.

Por fin, los días 12 y 13 se pusieron en faena. Cuenta El Correo Gallego en su edición del 22 de diciembre de 1922 que «el coro ferrolano aumentó sus efectivos a sesenta voces para dedicarse a más seria labor». El periodista que escribe el suelto se deshace en elogios a la calidad del trabajo después de haber podido escuchar algunos de los discos por cortesía del visionario señor Montalbo: «Se puede asegurar —escribe— que son los mejores que tenemos de cantos gallegos, después de los del coro que dirigió el benemérito Perfecto Feijóo [fundador del legendario Aires da Terra, gran amigo e inspirador de Manuel Lorenzo]». Ya en el momento de las tomas los intérpretes y la junta directiva habían podido escuchar algunas pruebas que les llenaron de entusiasmo, pagando de buen grado las mil pesetazas de entonces que les costó la grabación.

¿Y cuáles fueron esos 20 temas recogidos en 10 discos? ¿Los tenemos? Sí… los tenemos: Foliada de Ribadeo / Alalá da Capela, Alalá de Mahía / Alborada, Foliada de Redondela / Canto de Cuna, Alalá de Santiago / Foliada de Mourente, Alalá de Betanzos / Canto D’arrieiro , A volta da festa / Muñeira, Alalá de Bergantiños / Foliada de Comba, Alalá de Ulla / Foliada de Lemos, Foliada de Coruña / Foliada de Santa Comba… y por fin… Himno Gallego / Foliada de Corrubedo.

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Con el número 264562, la cara B del Himno Gallego: Foliada de Corrubedo

Así es: la Foliada de Corrubedo es la cara oculta del himno de Galicia. Dos minutos y 50 segundos en los que un coro formado por sesenta voces si hacemos caso del redactor de El Correo Gallego, tanto masculinas como femeninas, cantan este son al ritmo de la gaita de Manuel Lorenzo.

Una foliada viene a ser una fiesta o romería donde la gente se reúne para cantar y bailar. Comparte raíz con el vocablo francés folie, que significa locura (he ahí el famoso cabaret Folies Bergère). Y aunque somos duros de oído pudimos distinguir alguna estrofa que por lo que averiguamos forma parte del cancionero gallego: «Na miña vida tal vin / Domingo vindo da misa / Vintecinco costureiras / Cosendo nunha camisa».

Nuestra canción, el himno y las otras 18 piezas pasarán a ocupar por derecho propio un espacio en los sucesivos catálogos discográficos que la marca del perro editó. Por ejemplo, en julio de 1927 comparte tomo con Enrico Caruso, Imperio Argentina, Pau Casals y hasta Benito Mussolini echando discursos.

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Página 148 del catálogo La Voz de su Amo. Julio de 1927.

Y el 4 de marzo de 1933 el periódico de instrucción pública El Magisterio Español propone a modo de ejercicio escolar el aprendizaje de Foliada de Corrubedo junto al más plástico trabajo de reproducir una gallega recortando papeles de colores.

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Aprendiendo Foliada de Corrubedo como ejercicio escolar

Nada más. Nos alegramos de que el Real Coro Toxos e Froles (el regio título se lo otorgó en 1928 Alfonso XIII) siga gozando de tan buena salud y pueda hoy presumir de ser la agrupación tradicional más longeva de Galicia. Y de que durante los actos de conmemoración de su centenario en 2015 se interpretase Foliada de Corrubedo tal como pudimos leer en la prensa ferrolana.

Por nuestra parte, cada vez que escuchemos el himno pensaremos orgullosos que en alguna vitrina o arcón, agazapada tras de él, se oculta una vivaracha canción con el nombre de nuestro pueblo.

[Algunas fuentes consultadas: «Toxos e Froles. Arquivo histórico» (Toxos e Froles), «Real Coro Toxos e Froles» (Fene.com), «Emile Berliner and the Birth of the Recording Industry» (Library of Congress),¨«El perro de La Voz del Amo no era un fox terrier» (Leer de perros) «Victor Talking Machine Company, Eldridge Johnson and the Development of the Acoustic Recording Process» (The Stokowski Legacy)]

Ah, sí, una última cosa: en ese jukebox inconsútil que se llama Spotify están alojados los 20 temas de marras en su versión original. Os dejamos el enlace: